jueves, 29 de diciembre de 2016

¿Y por qué Luchito no?

Es entretenido mirar las bromas que surgen por todas partes para esta fecha, pero esta en particular -aparte de buenísima- me hizo pensar que no es tan lejana a la realidad.

Luchito en Blondie... Dios me
pille confesado.
Luis Jara, aparte de tener un ego increíblemente alto y un sentido de la realidad claramente disminuído tiene (lo digo con un poco de vergüenza) una buena voz. No quiero que se malentienda esto. No es mi cantante predilecto ni me gusta su estilo, pero es afinado dentro de su registro y sus canciones venden a un público claramente definido. Es un artista con carrera dentro del país y además, un ícono conocido dentro de la televisión chilena. De hecho, creo que la única razón por la cual Luis Jara no podría llegar aún más lejos en su carrera es porque... es Luis Jara.

Tenemos la tendencia a andar siempre echando para abajo al artishta shileno sólo por el hecho de que es chileno. No se nos escapa el meme mala buena onda para reírnos de cualquier weón- persona a quien no tengamos en estima. Pero por otro lado, somos buenos para consumir y alabar todo lo que venga de afuera. Le celebramos hasta los peos a Moz y hace rato que todos los artistas más o menos famosillos saben que venir a forrarse en plata a Chile es la papa. Y sorry, pero sigo pensando que esa weá de prohibir cualquier tipo de venta de carne en un concierto de Moz o si no no salir al escenario fue una pataleta terrible, un insulto al sacrosanto completo chileno y además un escupo en la cara al público, que por si no lo sabiai Moz, es a a ellos a quien te debes y quien te paga los panzazos veganos que te mandai.

Y no quiero con esto decir que el artista chileno siempre va a ser mejor, pero sí es necesario dar a entender que es necesario darle una oportunidad a los artistas buenos que hoy en día están tocando gratis en El Huevo o en el Rock & Guitarras. Hay que buscar a nuestros propios Smiths, a nuestros Muse, Tool y a muchos otros talentos que hoy en día están regalando su trabajo para que nosotros, que nos creemos la raja, les hagamos el favor de ir a verlos tocar. Ojalá no encontremos más Luchos Jaras por ahí, pero sí dejemos de creernos el cuento de que todo lo que "suene a gringo y se pueda bailar" es superior a nuestros talentos nacionales.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Termina Octubre...

Anoche me visitó ese sueño otra vez... hace años que no lo tenía...

"Era pasado la medianoche... y caminaba por una calle que se me hacía conocida de toda la vida. Recuerdo una fábrica que siempre se me hizo abandonada, unas casas de adobe que parecían sacadas de un cuento de Dickens, muchos gatos de colores variopintos y un letrero que colgaba de una casa: "Aquí atiende la famosa tarotista, la Señora Sofía". Rezaba la otrora publicidad.

Corría una brisa fría desde oriente... me traía ese olor a tierra mojada y nomeolvides con el que alguna vez se tejieron los sueños de mi adolescencia. Las primeras cuadras las sorteaba con la luna sobre mi cabeza, pero a medida que avanzaba, el cielo comenzaba a perderse entre nubarrones, dejando cada vez menos estrellas a la vista... lo otro que me llamó la atención fue la distancia: mi cabeza pensaba en llegar a su "destino" (sea cual fuese... o quizás, ya lo conocía) en pocos minutos, pero la distancia era más del doble de lo que yo -supongo- esperaba.

Finalmente llegué a destino. Una casa que parecía cada vez más deshabitada. Extrañamente, se parecía a dos casas que conozco en la vida real, pero lucía mucho más raída. Las paredes tenían la misma pintura descascarada de siempre, las luces de navidad parecían haber conquistado el techo de la entrada para no irse jamás y la enredadera del costado cada vez se apoderaba más y más de la vereda. Unas casas más lejos, un pastor alemán y su cachorro me ladraban con el miedo que sólo se le tiene a aquello que se desconoce.
Segundos después, ya estaba dentro de la casa (no sé cómo, ni por qué). Perdía la vista entre el techo colosal, y reparaba inmediatamente en una serie de habitaciones a ambos lados. "la habitación de la derecha la conozco muy bien." Caminé por aquel pasillo, crucé un pequeño hall y salí al patio trasero. Aquel patio lo conocía a la perfección... volvía a sentir la brisa que llegaba de oriente, como si hubiesen 40º de diferencia entre el interior de la casa y el patio. Caminaba por aquel jardín que conocía en detalle... 27 pasos hasta la piscina del fondo (los conté). Sólo me guiaba con una luz lejana que venía desde el interior de la casa, cuando de pronto siento algo  bajo mi zapatilla. Levanto el pié y encuentro un ángel de plata (mi ángel, que me regalaron hace ya casi diez años), lo tomo sin entender cuando siento pasos tras de mí.
Una silueta que no alcanzo a distinguir me está viendo. Me observa desde todos los rincones de aquel hogar, que parece cobrar vida frente a la presencia de un intruso. Siento cada latido del corazón de aquella casa, le siento respirar e incluso jadear en una mezcla de sorpresa y placer, intento moverme, pero no puedo, algo en mi muñeca izquierda ejerce el peso de diez personas y no me deja mover... el ángel. Cuando lo miro, siento el calor que comienza a desprender, un calor que hace que el acero se pegue a la piel y se funda bajo la carne y el hueso... desde allí... todo se vuelve confuso.
Sólo recuerdo luego, estar frente a la reja de aquella casa. La puerta de la misma entreabierta, invitándome a salir, como deseando mi partida para no ser descubierta, y también una gata negra acariciándose entre mis tobillos. Cruzo el umbral de la puerta, y miro atrás una vez más... y ahí le vuelvo a ver. La misma silueta, esta vez notoriamente femenina y casi reconocible me observa desde una ventana, a la derecha de la puerta principal, fundida entre las gruesas cortinas, y con las luces apagadas. Sólo distingo con claridad aquellos ojos pardos plagados de flores y estrellas. Suficiente para saber quién es. La gata se pierde de la nada dentro de la casa, y cuando logro sostener la mirada de aquella silueta, la puerta de la reja se cierra de golpe, dejándome al borde de la calle. No vuelvo a sentir nada en aquella casa... la magia se ha ido junto con el ruido de los metales de la reja. Cuando reparo en ello, me doy cuenta que ya amaneció.
Miro mi mano, y aún está ahí... mi ángel. Ya no está pegado a la piel, ni duele, es sólo un collar. Mientras camino, vuelvo a pasar por las casas de adobe, la casa de la tarotista y la fábrica mientras me llevo el pendiente al cuello. Finalmente, siento sonar mi teléfono... me llevo la mano instintivamente al bolsillo, y cuando miro la pantalla para ver quién llama... despierto.

Las dos veces que he despertado de este sueño, han sido con llamadas reales, una de Francisca y la otra del 103 de Movistar. Ambas veces, he quedado con una sensación de incertidumbre, y un pequeño hormigueo en la mano.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Esos momentos instrospectivos en
que te das cuenta que has vivido
tanto... pero tanto...




"I must be strong and
carry on, 'cause I know, I don't belong
here in heaven..."

miércoles, 17 de julio de 2013

Ese placer...

De oler libros nuevos.
De salir a la calle porque sí.
De hacer cosas por quienes amas, recordándote hábitos perdidos.

viernes, 28 de junio de 2013

Terminando el semestre

Como era de esperar. Tengo que hacer y estoy con millones de ideas en la cabeza, frente a mi trabajo. Lamentablemente, ninguna de todas estas ideas es coherente con lo que debo entregar. :(

En semanas como estas ocurren cosas raras. La gente cambia repentinamente, los ánimos se tensan y se dilatan con una rapidez vertiginosa, te das cuenta de la existencia de lealtades invisibles que jamás pensaste que existieron... ¿Alianzas? Nah... sólo efecto de las defensas maníacas que se activan cada fin de semestre.

No puedo quejarme, si me ha ido bien en mis ramos, es porque el esfuerzo ha valido la pena, y si no me ha ido bien en algo, es porque simplemente, no me esforcé por ello. Salvo ciertos eventos que marcaron estos meses, que fomentaron fuertes procesos de diferenciación y sobretodo de una transitividad emocional que puso fuertes cimientos en mis creencias centrales... ¡rayos! Ya me puse a hablar de cualquier enfoque, menos del que debo abordar en el trabajo...

Como decía: salvo ciertos eventos puntuales que han operado como una montaña rusa emocional (más bien como un Extreme Fall emocional) ha sido un gran semestre. No ha faltado que hacer, pero sí ha faltado tiempo para todo aquello con lo que hay que cumplir. Es que estar casi en la recta final de la universidad es lo más parecido a estar leyendo un libro interesantísimo y darte cuenta sin querer de que sólo te queda un pequeño montón de hojas antes de que acabe. Anhelas saber qué ocurrirá cuando todo acabe, pero a la vez, opera una cierta ambivalencia (empecé otra vez) que desea fervientemente que el tiempo se congele.

Lo más complicado es pararse en ese "entre". Construirse a uno mismo en base a los logros actuales y no a las pretenciones a futuro. Hoy puedo decir que soy músico, que soy un artista, un apasionado y hasta puedo decir que soy un rockstar (de esos bien criollos), pero no podría definirme en base a que seré un buen o mal psicólogo, ya que esa instancia aún no existe. En fin... el tiempo dará esas respuestas...

... y si no termino este puto trabajo, probablemente, no las tenga.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Escribir Para No Sentir

Creo que por allí por el 2005-2006 solía tener esta sensación, como de un nudo en el estómago que subía hasta la garganta y que no me dejaba hacer nada. Impedía que expresara mucho de lo que siento y la única manera de soltarlo era vomitando letras en mi antiguo blog para depurar el malestar y acabar con esa sensación de cansancio y relajo. Si no había un teclado cerca, nunca faltaba el cuaderno, el trozo de servilleta o hasta de confort en el que plasmar un par de líneas para descargar la angustia. Si nada de eso funcionaba, lo más sano era desaparecer por un instante: perderme en las calles de Santiago Centro, en las plazas de Providencia o en los rincones de la Quinta Normal. Comer la mierda y luego reaparecer como si nada hubiese ocurrido.

En ese tiempo era más fácil desintegrarse, después de todo, habían mil y un opciones para volverse a armar. Hoy la cosa ya no es tan así...