... y junto con ella una parte de mi no llegó a nacer.
Es que, a pesar de no haber sido de aquella época, hay algo en la historia de Violeta Parra que no deja de encantarme. Su historia, su tinte, su carácter, su forma de encarar al mundo, su arte... sobretodo su arte. Y no hablo de sus canciones, óleos, poemas o arpillerías; hablo del arte que sudaba en cada movimiento, en cada paso que daba por el mundo.
Para mí al menos, Violeta es más que una gran artista, sino que es el símbolo de nacionalismo que todos los chilenos hemos perdido con el tiempo, e incluso, más que un símbolo: Violeta es cercana y enigmática, es amiga y desconocida, es una mujer de cual todos hemos escuchado, y a la vez, muy pocos conocen, Violeta es como un aleph, es etérea y a la vez, familiar, cálida y cercana.
En lo personal, me hubiera gustado escribir esto antes de haber visto la película, pero no pude resistirme a verla lo antes posible. Violeta me hace sentir orgulloso de mi país, me hace sentir orgulloso de la sensibilidad del arte y de quienes toman los pinceles, la guitarra y sus voces para cambiar los tintes de Chile Violeta nos hace pensar que se puede empezar como los grandes, que ser chileno es una bendición y que la vida tiene un sentido mucho más allá que la producción... la trascendencia.
Gracias, Violeta... gracias por tus pájaros, obras y tu vida.-